Inervación y vascularización vestibular, anatomía del oído interno
INERVACIÓN DEL OÍDO INTERNO
El ganglio de Scarpa, situado en la parte posterior del conducto auditivo interno, está formado por los cuerpos celulares del nervio vestibular. Está compuesto de una parte superior y una parte inferior.
Las neuronas bipolares de la parte superior inervan las crestas ampulares de los conductos semicirculares superior y externo, la mácula del utrículo y una parte de la mácula del sáculo.
Las de la parte inferior inervan la cresta ampular del conducto semicircular posterior y una parte de la mácula del sáculo.
Las fibras nerviosas de los órganos sensoriales del aparato vestibular forman el nervio vestibular, que atraviesa el conducto auditivo interno y penetra en el tronco cerebral en el nivel del surco bulbo-protuberancial para conectarse a los centros vestibulares.
Las diversas partes del centro vestibular tienen varias conexiones distintas, lo que explica la complejidad del diagnóstico reticular de los trastornos del equilibrio. En efecto, existen conexiones internucleares, vestíbulo-espinales, vestíbulo-cerebelosas y vestíbulo-oculares, así como conexiones talámicas y corticales.
VASCULARIZACIÓN DEL OÍDO INTERNO
La vascularización del oído interno depende esencialmente del sistema vertebrobasilar.
Alberga el punto de partida de la arteria cerebelosa media, que irriga el laberinto a través de la arteria auditiva interna.
La arteria auditiva interna se divide en la arteria vestibular anterior y la arteria coclear. De la arteria coclear se ramifica la arteria vestíbulo-coclear.
La mácula del utrículo, una parte del sáculo, las ampollas y las paredes membranosas de los conductos semicirculares superior y externo y la pared superior del utrículo y del sáculo dependen de la arteria vestibular anterior.
La arteria coclear irriga las tres cuartas partes superiores de la cóclea, mientras que la arteria vestíbulo-coclear irriga la cuarta parte restante por medio de su rama coclear. La rama vestibular de la arteria vestíbulo-coclear irriga la mácula del sáculo, la pared inferior del utrículo y del sáculo, la ampolla y las paredes membranosas del conducto semicircular posterior.
La ausencia de duplicidad explica que cualquier afección vascular pueda originar lesiones vestibulares que, en función de su localización, darán lugar a trastornos de la audición y/o del equilibrio.